COMENTARIO DE TEXTO

«El avance tecnológico tiene una inmediata incidencia en la experiencia cotidiana y transforma muchos de los rasgos de la vida ordinaria. Basta pensar lo que supone el invento de la lavadora o de la plancha para imaginar el cambio en los trabajos del hogar. El uso del frigorífico ha modificado pautas de alimentación y los hábitos de la compra diaria. Y la adopción progresiva del ordenador ha modificado operaciones cotidianas y transforma los criterios de organización hasta límites insospechados. Pero el progresivo empleo de la tecnología introduce también un factor de dependencia. Cuando se utiliza un aparato que cumple sus funciones de modo eficaz, se pasa a depender de él. Nunca los seres humanos han sido tan dependientes de la tecnología como lo son hoy día. Basta pensar el trastorno que supone la rotura de la lavadora o la ausencia del televisor en las veladas familiares; y no digamos nada de las consecuencias que puede tener un fallo en el sistema informático para el funcionamiento de una empresa u organización importantes. Tal dependencia es cada vez más refinada y se hace mayor cuanto más sofisticado sea el aparato que se utiliza. Se trata de una esclavitud de nuevo tono, que tiene consecuencias fundamentales y que se convierte en un rasgo importante de nuestra sociedad. Y es una dependencia que aumenta a la misma velocidad a la que aumenta la creatividad tecnológica. Hoy día somos, entre otras cosas, los aparatos que utilizamos.»

IZUZQUIZA, Ignacio. Filosofía del presente. Una teoría de nuestro tiempo. Madrid: Alianza Ensayo, 2003. Págs, 92, 115-6, 220