Santiago de Chile, 9 de noviembre de 2012.
Los
participantes del IV Congreso Iberoamericano de Filosofía queremos expresar
nuestra honda preocupación por lo que consideramos una situación de auténtica
emergencia internacional. Lejos de ser una simple reivindicación corporativa,
entendemos que se trata de un problema de gran calado que debería ser analizado
por todos los agentes sociales de nuestros países. Preocupados por el
desarrollo de nuestras democracias y el creciente desapego que la ciudadanía
tiene ante sus representantes, nos vemos en la obligación de alertar sobre un
fenómeno que podría perjudicar seriamente el futuro de nuestra juventud,
llegando incluso a socavar los pilares del sistema democrático. Resulta
alarmante que criterios puramente mercantiles estén determinando las políticas
públicas de educación, las cuales, lejos de interesarse en formar ciudadanos,
únicamente se preocupan por atender demandas economicistas que instrumentalizan
a quienes deberían ser beneficiarios de los recursos públicos.
En nuestra
opinión, resulta extremadamente preocupante que la filosofía y las humanidades
sean consideradas una especie de adorno cultural que puede verse reducido a una
mínima expresión o eliminado sin más, con el argumento de su presunta
“transversalidad”. Los recortes presupuestarios y la desaparición en los planes
escolares de asignaturas de filosofía y humanidades, que se han llevado a cabo
en los países congregados en este congreso, han dado lugar a una coyuntura
cuyas consecuencias negativas resultan alarmantes. Huelga señalar el papel que
históricamente ha desempeñado el espíritu crítico y ético que permiten
desarrollar estas disciplinas, dado que los propios conceptos de política, ciudadanía y democracia
no existirían sin tales cimientos filosóficos. Eliminar de los planes de
estudio la formación humanística sería tanto como dar pie, indirectamente, a
derivas totalitarias, con los resultados que en esos casos la historia nos ha
enseñado.
Por todo lo
anterior, hacemos llegar a los responsables políticos, gubernamentales y a
todos los agentes sociales de nuestra comunidad iberoamericana este llamamiento
que, de no ser atendido, podría determinar muy seriamente nuestro destino común
y el futuro de nuestras democracias.
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